El papa Francisco y los trabajadores

El 17 de febrero, último día de su visita pastoral a México, el papa Francisco se reunió en el Colegio de Bachilleres de Ciudad Juárez con empresarios, trabajadores y organizaciones no gubernamentales de esa ciudad. La reunión, denominada Encuentro con el mundo del trabajo, duró aproximadamente una hora y, además del papa, hicieron uso de la palabra una trabajadora y un representante de los empresarios. Aunque durante todo el siglo pasado el tema del trabajo, y en particular el de la explotación de los trabajadores, fue un asunto constante en la doctrina social de la iglesia, lo dicho por el papa Francisco en Ciudad Juárez representa una nueva mirada sobre ese tema.

El hecho de que la reunión se realizara en Ciudad Juárez le imprimió al encuentro un telón de fondo de gran significado. En esa zona fronteriza se asientan cientos de empresas maquiladoras que emplean a miles de trabajadores que laboran largas jornadas de trabajo a cambio de salarios bajísimos.

A esas malas condiciones laborales hay que agregarle el acoso sexual y laboral que con frecuencia padecen los trabajadores y, sobre todo, la falta de una representación sindical real. Las maquiladoras, empresas que se asientan en zonas pobres para ensamblar productos destinados a la exportación, son precisamente una realidad que encarna el dramatismo del moderno mundo del trabajo, un mundo altamente globalizado y dependiente de la salvaje competencia capitalista internacional.

En su discurso, el papa comenzó diciendo que había elegido Ciudad Juárez como uno de los puntos de su visita precisamente por su relación con el mundo del trabajo. Luego lanzó una crítica al modelo capitalista imperante en el mundo. Dijo que en la actualidad “la mentalidad dominante es la de obtener el mayor número de ganancias”, y que esa mentalidad significa “dejarse llevar por el mar seductor de la ambición”.

Señaló que “cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital, la única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión, y así se va consolidando la cultura del descarte”. Precisó que en el mundo del trabajo esa cultura del descarte significa usar y tirar a los trabajadores. “Este mundo”, dijo, “nos quita la capacidad de soñar”. Sentenció que “el flujo del capital no puede determinar el flujo de las personas” y que “Dios pedirá cuentas a los esclavistas de nuestros días”.

Pero además de la crítica al actual sistema capitalista, el papa apuntó algunas vías de solución a la problemática del mundo del trabajo. “No cansarse de dialogar”, señaló y agregó que al ver a los trabajadores y los empresarios reunidos podría pensarse que son bandos enemigos, pero que en realidad no lo son. “Todos vamos en el mismo barco, todos tenemos que luchar por que el trabajo sea fuente de bienestar y espacios dignos para todos”, señaló.

Importantes palabras del papa para un mundo del trabajo que cada vez está más marcado por la división social entre unos pocos que tienen el poder y el dinero y los muchos, muchísimos, que sólo tienen su fuerza de trabajo para poder vivir.

*Vocero del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal)

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